
27 Ago Descubre cómo el taller de Equynos de mejora de comunicación no verbal a través de los caballos ha transformado la vida de una joven con un síndrome que le limita la movilidad
Impartir el Taller de comunicación no verbal. Descubre lo que dices con tu cuerpo gracias a los caballos en la Universidad Menéndez Pelayo (UIMP) en Santander es una de las mejores cosas que he hecho en mi vida. Te explicaré por qué.
Cuando pensé en proponer a la UIMP una formación en la que intervinieran caballos buscaba, sobre todo, meter a los caballos dentro los programas de una institución universitaria prestigiosa.
Era un paso más en mi objetivo de romper la idea de que el caballo sólo es un animal para montar y demostrar que el caballo es un ser del que podemos aprender, alguien que nos puede ayudar a crecer y a sacar lo mejor que llevamos dentro; un ser capaz de hacer que superemos nuestros miedos y límites.
Quiero que esa idea cale en la sociedad. No sólo en las personas del mundo del caballo. Quiero que llegue a todos los espacios, incluido el ámbito académico. Ese era mi objetivo principal.
Ese y escapar del calor de Murcia en agosto. En Moratalla, donde vivo, esa semana se superó los 40 grados, y eso que es un pueblo de la sierra, mientras que en Santander estuvimos entre los 19 y 22 grados.
Era la primera vez que una universidad programaba en sus programas de verano un taller que incluía en sus prácticas dinámicas con caballos, así que no sabía que acogida iba a tener.
El taller con más alumnos de la UIMP
Pensé que podían pasar muchas cosas, pero nunca imaginé que fuera a ser el taller con más alumnos matriculados de todos los programados por la UIMP durante este verano de 2018.
La coordinadora del curso en la universidad me llamó en varias ocasiones para pedirme si había forma de ampliar las plazas iniciales, catorce, para poder atender a todas la personas interesadas.
Cada ampliación de plazas suponía cambios importantes, primero la necesidad de contar con más caballos, lo que había que coordinar con el centro hípico Los Robles donde haríamos las prácticas (algo complicado, ya que el centro tenía esos días un campamento de verano) y a la vez idear dinámicas alternativas que me permitieran trabajar de forma simultánea con más personas y más caballos (a los que no conocía).
Al final me junté con 33 alumnos de entre 21 y casi 70 años, procedentes de diversas partes de España y con perfiles muy dispares. Para mí era todo un reto.
Era la primera vez que hacía un taller de tantos días con un grupo tan numeroso que no se conocía entre sí y entre los que había personas que estaban acostumbradas a estar con caballos y otras que jamás habían estado junto a uno.
La responsabilidad que sentía era enorme porque quería que todos y cada uno de los alumnos se llevara algo útil, algo que le sirviera. Porque tenía que garantizar la seguridad de todos ellos así como de los caballos que Noelia, la responsable del centro hípico Los Robles, había seleccionado para las dinámicas.
Y porque sentía el peso de no defraudar la confianza que el equipo del Vicerrectorado de Innovación y Desarrollo de Proyectos de la UIMP había depositado en mi propuesta y en mí.
Estaba muy feliz porque el taller hubiera despertado tanto interés entre personas tan dispares. Así que cuando comencé el taller tenía una enorme sensación de vértigo y a la vez un gran sentimiento de gratitud.
Este sentimiento fue en aumento cada día que pasaba al ver la implicación y participación tan activa de los alumnos. Cada día estaba más feliz. Era un grupo de personas extraordinarias. Deseosas de aprender, de compartir, de analizar, de reflexionar y también de cuestionarlo todo. Y para alguien que vive la Educación como yo la vivo eso es un regalo.
Inicié el taller con la determinación de hacer todo lo necesario para que todos los alumnos aprendieran algo que pudieran aplicar en su vida o al menos que les hiciera reflexionar sobre cómo nos solemos comunicar y porqué a veces no tenemos con los demás las relaciones que nos gustaría.
Lo que nunca soñé es que con este curso podría transformar la vida de un alumno de forma tan profunda como ha ocurrido con Melody.
Melody, un modelo de superación
Melody es una joven de veintipocos años que padece síndrome de Arnold Chiari tipo 1 con siringomielia. Dicho en palabras que todos entendemos, una parte del cerebelo le sale por la parte baja del cráneo, oprimiéndole médula espinal. Lo que le provoca tremendos dolores de cabeza y de cuerpo que le dificultan la movilidad y le impide incluso permanecer de pie o sentada en la misma postura mucho tiempo.
Esta afección ha hecho que Melody haya permanecido este año varios meses casi sin salir de la cama y no pudiera presentarse a los exámenes de junio de Criminología –la carrera que estudia y le apasiona-.
A Melody le entusiasma tanto la Criminología que le interesa todo lo que le puede servir para conocer y comprender mejor el comportamiento humano y criminal. Esto y su amor por los caballos fueron las razones por las que a principios de año decidió inscribirse en el Taller de comuniación no verbal. Descubre lo que dices con tu cuerpo gracias a los caballos.
Ante el agravamiento de los síntomas de su enfermedad estuvo a punto de renunciar al taller, ya que eran cinco días de clase por la mañana y la tarde y además le suponía viajar desde Segovia.
Pero el deseo de aprender comunicación no verbal, de conocer claves que le pudieran ayudar a ser menos tímida y el poder estar con los caballos hizo que decidiera tomar la medicación necesaria para poder mitigar el dolor y hacer el taller.
Hace un par de días, Melody envió un mensaje en el que cuenta qué ha supuesto esta formación para ella. Y quiere que la gente lo sepa.
“Gracias al curso me estoy superando en muchas cosas. Cuando estoy con gente ya no bajo la cabeza, me yergo y soy capaz de hablar con desconocidos.
Entré siendo Melody la tímida que quería pasar desapercibida y salí siendo Melody la que se estira, saca pecho y se come el mundo.
Ahora siento que puedo. Y me pasa tanto con la enfermedad, ya no dejo que me tenga en cama, como con la carrera de Criminología, estoy preparándome para los exámenes de septiembre.
María me has hecho aprender que si quieres algo tienes que luchar por ello. Yo antes no andaba nada. Ahora todos los días me obligo a dar 5.000 pasos. Cada día me voy superando en algo… Me pongo nuevas metas. Ahora no dejo que la enfermedad me tenga en cama.
Me siento mejor conmigo misma y es todo gracias a este curso. Y una cosa súper importante me siento más feliz conmigo porque cada vez que me supero en algo me acuerdo de vosotras –se refiere también a Trini, la especialista en Naturopatía y Reiki que trabaja para Equynos y que me acompañó durante el curso-. He aprendido mucho.
Gracias, María, por comprenderme. Gracias por ayudarme a superar mis miedos y hacer ver que si realmente quieres algo sólo tienes que luchar por ello. Y yo ahora lucho por la operación y por los exámenes de septiembre. De verdad que soy otra persona.
Volvería a hacer mil veces ese curso”.
Todo esfuerzo tiene sentido
Sólo por el efecto que el taller ha tenido en Melody tienen sentido, los cientos de horas dedicadas a preparar un curso tan intenso y complejo y el haber tenido que separarme de mi manada equina y canina durante una semana.
Y lo mejor de todo es que Melody no ha sido la única en vivir un cambio.
Pero este artículo está dedicado en exclusiva a ella porque nadie sabe, ni siquiera ella, hasta qué punto me impresionó y me emocionó que alguien hiciera todo lo que ella ha hecho para asistir a mi taller.
Gracias a ti, Melody. Sólo por ti volvería a hacer ese curso mil veces.
Sergio Calonge Pascual
Posted at 21:36h, 28 agostoHola a todos,
Como asistente al curso y después de haber asistido al curso, corroboro mis palabras de agradecimiento hacia la UIMP, por ofrecerme la posibilidad de acudir a la maravilla de ciudad que es Santander, a su Universidad (por todo lao que la engloba, incluyendo el servicio de restauración y alojamiento) y por elegir ésta maravilla de taller, con su profesora, ayudante y compañeros con los que he aprendido a ser más persona, a saber más sobre la forma primitiva y eficaz en la que se guían los caballos a través de los sentidos (no sabía nada, pero veo un potencial de aplicación enorme para observar y modificar conductas y aplicar la inteligencia emocional en las escuelas). Además de crear las bases para poder comunicar siendo verdaderamente YO. La heterogeniedad del grupo era palpable, así como los intereses para realizar el curso. Pero creo que todos los asistentes nos llevamos a casa algún mensaje para nuestras vidas. El mío ha sido que para aprender a comunicar y poder transmitir hay que hacerlo desde el corazón y sentimiento, mostrando tu pasión y sin deber esconder tus emociones. Sólo así potenciaremos la transmisión y captación de nuestras palabras. El de luchar de forma incesante por mis pasiones lo hago y creo que después de conocer tu historia y opinión, todavía lo haré con más sensatez, pasión y siguiendo mis emociones.
No cambies tus valores y forma de actuar y motivar en la vida María, por que la gente los necesita. Mucho ánimo Melody y fue un verdadero placer compartir un curso con todos ustedes.
Esperemos que otras personas tenga la misma suerte en otras ocasiones con éste u otro de tus talleres 😉
María López Mayol
Posted at 12:41h, 12 septiembreMuchísimas gracias, Sergio por tus palabras. Fue un auténtico gustazo compartir con todos vosotros esa semana de aprendizaje y experiencias con caballos. Y me alegra muchísimo que el curso te haya resultado interesante y útil. Un abrazo